jueves, 16 de enero de 2014

Reír es cosa de sabios


Reír es cosa de sabios

Mario Satz, poeta, novelista y ensayista argentino, además de conferenciante y director de seminarios, estudioso de la Kábala, enseña los beneficios trascendentes de la risoterapia, una técnica que le quita el almidón a los temas más serios



-¿Cómo llegas a la Kábala, Mario?

-Viví en 1967 en Nueva York, donde conocí a una especie de “rabino loco”, en cuya casa se reunía gente para estudiar con él. A pesar de que para entenderlo mi inglés era muy deficiente, lo que alcancé a entender de su enseñanza me interesó muchísimo. Por entonces yo tenía 26 años, desconocía bastante del tema y tampoco sabía hebreo. A partir de ese encuentro con este personaje importante, que luego en uno de mis libros recibiría el nombre de Lionel Safrán, en uno de mis viajes de regreso a la Argentina decidí estudiar hebreo, sobre todo porque resultaba imprescindible para leer los originales de la Biblia, que es donde surge todo. A los 28 años fui a Israel y estudié de una manera más sistemática. Mucho después me di cuenta de que también debía aprender griego porque el pilar de la civilización occidental es la Biblia, sin la cual no se entienden las catedrales, San Juan de la Cruz, Bach o ninguno de los grandes maestros que están forjados en ese documento extraordinario, que, además, no se puede leer como un periódico. Es un escrito codificado.

-¿Te estás refiriendo a un tema tan de moda, como son las historias de códigos secretos?

-Digo codificado como polisémico, polivalente. Entre los documentos encontrados en el Mar Muerto, en 1948, está el famoso rollo de Isaías, que es un fragmento del Libro de Isaías, cuyos versículos corresponden perfectamente con el texto hallado. Si un documento del siglo II a.C. posee la misma numerología que tiene hoy, ya te puedes imaginar que es un caso único porque ni los Upanishad de la India, el Tao Te King u otro texto de la antigüedad tiene una codificación numérica. Además, puesto que las letras son números, se puede pasar el texto bíblico a un ordenador, que es lo que se hace ahora, y averiguar cuántas veces aparece el número 14, por dar otro ejemplo. Es muy curioso, como demuestra el libro “El código secreto de la Biblia”, de Michael Drosnin, que es bastante superficial, por cierto, pero que da cuenta de uno de los aspectos del código, no de todos.

-Y ya que estamos en el tema, ¿qué opinas de las creaciones de Dan Brown?

-“El código Da Vinci” es un divertimento pasatista, pictórico, pero me parece bien. Creo que a cualquier tradición hay que reverla, criticarla, no tenerle miedo. La parte débil de la tradición judeo-cristiana es justamente lo femenino. Por lo tanto, Brown hace bien en marcar en qué falla. Pero lo que menos me gusta es eso de los descendientes; me parece una tomadura de pelo. Sobre todo para alguien que, ante el anuncio de que venían su madre y sus hermanos, dijo: “Mi madre y mis hermanos son los que hacen la voluntad del Padre que está en el cielo”, desmintiendo todo lazo sanguíneo. Parece pretencioso crearle un linaje. Pero no está mal como divertimento.

-Mencionaste los libros sagrados universales y parece que te has decantado por el Buda de la risa…

-A mí siempre me interesó la risa, vengo de una familia de contadores de chistes y de historias, y luego, en la tradición jasídica de la que yo provengo, el humor forma parte, es un ingrediente de la transmisión tal y como existe en la tradición japonesa y el budismo zen. Pero yo llevo más de 20 años trabajando en el tema de la risoterapia y teniendo en mi mesa de trabajo este famoso buda, que es el gordito que se ve en los restaurantes chinos. Lo que ocurre es que nunca se me había ocurrido investigar; resultaba muy difícil realizarlo antes de Internet. Y cuando lo hice, me encontré que casi no hay más que media página de un diccionario budista en donde aparece un personaje que en chino se llama Pu Tai y en japonés, Hotel. Es un chino que vivió en el año mil de nuestra era y que estalló en carcajadas cuando se iluminó. A partir de ese momento transmitió el dharma, el conocimiento, con sonrisas. Le debía un libro a Pu Tai y escribí con mucha alegría “El buda de la risa”, al que por cierto le va muy bien. Al mismo tiempo me enriquecí porque sumé a esta tradición mi propia experiencia en el campo de la risoterapia. Es curioso que lo que se sabe de este personaje viene de lo que pintaron maestros chinos y japoneses a lo largo de los siglos. Por ejemplo, en un cuadro se ve a Pu Tai jugando con los niños en la nieve… Es una especie de San Francisco oriental. Si tú vas a Singapur o a la India, siempre te venden este personaje que es la quintaesencia de la bonhomía, palabra de poco uso actualmente, del budismo chino.

-¿Cuál es el eje central de tus talleres de risoterapia?

-Son unos ejercicios que proceden del yoga y de la tradición del teatro vietnamita, para relajar la lengua, el diafragma y la columna vertebral, que se hacen colectivamente. Tiene que haber un grupo de unas 15 ó 20 personas para que sea positivo. A partir de los movimientos y de la convivencia, la risa se suscita y normalmente “baja” al grupo. Y yo aprovecho esos intervalos cuando no hay risa para comentar su función, la historia, ver un poco de anatomía, de fisiología de la risa. Es una de las cosas más gratificantes que encuentro habida cuenta de que enseñar, transmitir Kábala resulta mucho más arduo, complejo.

-¿Qué beneficios te reporta esta actividad?

-Desde el punto de vista físico cansa, porque son muchas horas, es muy intenso; hay una sesión de ritmo también. Pero gratifica si  se considera el efecto en la gente, en pocas horas. Es maravilloso. Por otra parte, sigo teniendo mis grupos de estudio de Kábala y nunca he dejado de investigar o compartir con la gente interesada en ese tema, que tampoco son muchos, sino grupos selectos, buscadores.

-¿No ha llegado aún el momento en que la Kábala sea de conocimiento mayoritario?

-Nunca lo será, como el ajedrez. Es imposible, como tampoco el yoga lo es siquiera en la India, cuando se piensa que allí todo el mundo lo practica y no es así. Lo barato se ofrece y lo valioso se busca… Una de las cosas más bonitas de la Kábala es que de pronto empiezas a entender relaciones sutiles, graduales. Por eso es un lenguaje vivo, simbólico, con una potencia extraordinaria.

-¿Qué impresión te dio aquella película, “Patch Adams”, con Robin Williams?

-Extraordinaria. Me pareció maravillosa. En las comunidades indígenas americanas, los famosos chamanes casi todos son payasos de niños. Siempre que se aproximan a la enfermedad de un niño lo hacen a través de la relajación, el humor y la risa, y después, la receta. Muy frecuente es esta relación del empleo de la risa terapéutica, sobre todo con los pequeños.

-Sonreír en un mundo tan conflictivo, contradictorio y paradójico también es difícil para los adultos.

-Tanto que sorprende cuando pregunto cuál es el lugar del mundo donde la gente se ríe más y respondo: África. Sida, robo sistemático de la riqueza del petróleo y diamantes, un continente saqueado con guerras endémicas… ¿Y dónde ríen menos?, pues en Finlandia, Noruega, países nórdicos. Es cierto que algo tiene que ver el sol, pero también la relación que esas culturas tienen con el cuerpo: a los negros les gusta bailar, son muy físicos, y sobre todo ríen. En China y la India también, un poco menos, pero en Occidente los pueblos más risueños son los griegos, los italianos, los levantinos, el sur de España.

-Tu opinión sobre la recuperación de la memoria acerca de la presencia judía en España.

-Yo creo que es fundamental, una materia pendiente, considerando la importancia que ha tenido, no tanto numérica, sino en el campo cultural, y sobre todo lo que se llama dentro de la comunidad sefardita judía la querencia. Añoran, aman a España de una forma curiosa, pensando que su familia fue expulsada hace 500 años. Es algo que España tiene sobre sus hombros: es un país muy amado.

-¿Habrá alguna vez una síntesis entre Oriente y Occidente en la cuestión espiritual?

-En mi libro hay una constatación de que los grandes maestros tienen familia espiritual. Sí creo que la tecnología ha llegado a Oriente, lo que no sé si Oriente ha llegado bastante a Occidente en el sentido de la importancia de la meditación, la reflexión, la sensibilidad. Todavía no. Pero es evidente que hemos entrado a Oriente a saco y que habrá una síntesis, pero en el Medio Oriente, del sufismo, de la religión judeocristiana recuperada, por la sencilla razón de que el arco mediterráneo que va de Grecia a Israel, a Egipto, es la clave de nuestra espiritualidad. Habría que buscar primero ahí: Pitágoras, Moisés y los grandes iniciados de nuestra tradición. Pero sin soslayar al budismo, que ya está aquí, y en el futuro habrá que encontrar puntos en común, que es una de las cosas que a mí me interesa.

-En ello contribuye tu aporte con la risoterapia.
-El trabajo de la risa permite aproximarte a estos temas de manera relajada, sin almidón, de manera no jerárquica. Porque alguna gente que te ve vestido de Papa puede concederte a priori algo que quizá no tienes y, como dicen los sufíes, un maestro puede ser un mendigo. ¡Cuidado!


Entrevista de Aurelio Álvarez