miércoles, 12 de febrero de 2014

Alimentos funcionales



¿Alimentos funcionales o dieta equilibrada?



La función de los alimentos es proporcionar los materiales necesarios para el correcto desarrollo, crecimiento y mantenimiento del organismo. Estos materiales se denominan nutrientes. Entre éstos se encuentran los macronutrientes, necesarios en mayor cantidad, como los hidratos de carbono, las grasas y las proteínas, y los micronutrientes, de los que el organismo requiere pequeñas cantidades: las vitaminas, minerales, enzimas, etcétera.
Siempre se ha sabido que una alimentación incorrecta o desequilibrada puede conllevar deficiencias nutricionales que, a la larga, pueden provocar la aparición de enfermedades. Esto es así porque existen ciertos nutrientes que reciben el calificativo de “esenciales”. En nutrición, el término “esencial” aplicado a un nutriente indica que el organismo lo necesita, pero no lo puede sintetizar (fabricar), por lo que es precisa su ingesta con la dieta. Ejemplos de nutrientes esenciales son los ácidos grasos esenciales omega-3 y omega-6; todas las vitaminas; algunos aminoácidos, etcétera.
Existen otros nutrientes considerados “semiesenciales”, pues pueden ser sintetizados a partir de otros. Sin embargo, en ocasiones, la deficiencia de esos otros compuestos, la falta de materia prima, puede hacer que en un momento dado esos nutrientes también sean esenciales.
Por último, hay sustancias no consideradas nutrientes porque, teóricamente, su deficiencia hasta hoy no ha demostrado que provoca patologías (aunque en la realidad esto probablemente no es así).

Positiva u óptima

Hoy en día, la ciencia de la nutrición ha evolucionado a partir de conceptos clásicos, como evitar las deficiencias de nutrientes y la suficiencia nutricional básica, a los conceptos de nutrición "positiva" u "óptima". El porqué de esto habrá que buscarlo en el hecho de que los alimentos de hoy no cumplen los requisitos mínimos requeridos, es decir, no pueden cumplir su función. La tierra está desmineralizada y empobrecida, por lo que no aporta a los vegetales aquellos nutrientes que después deberíamos aprovechar nosotros. Para paliar esto se añaden fertilizantes químicos (ricos en vitaminas y minerales, eso sí). ¿Por qué pues no nos alimentamos directamente con pastillas y comprimidos ricos en vitaminas y minerales?
La industria alimentaria, que “sabe mejor lo que nos conviene”, se ha dedicado a investigar lo que muchos de nosotros ya conocíamos desde hace muchos, muchos años (Hipócrates ya decía: “Deja al alimento ser tu medicina y a la medicina ser tu alimento”) y asegura que “cada vez hay más pruebas científicas que apoyan la hipótesis de que ciertos alimentos, así como algunos de sus componentes, tienen efectos físicos y psicológicos beneficiosos, gracias al aporte de los nutrientes básicos y otras sustancias”.
Así, la industria alimentaria “nos ayuda a alimentarnos mejor” añadiendo omega-3 a la leche (los omega-3 más importantes, como el EPA y el DHA, se encuentran en los aceites de pescado, por lo que, o bien los han añadido a la leche, o esos omega-3 no son del todo utilizables, a no ser que nuestro organismo posea la suficiente cantidad de zinc, vitamina B6, y otros nutrientes, no padezca estrés en absoluto, no seamos bebés o ancianos, y no estemos expuestos a ninguna radiación ). También añade bacterias al yogur (todos los yogures antes llevaban las bacterias propias de la fermentación láctica, pero no sabemos qué ha pasado, que ahora solamente las llevan los de tipo Bio, o los que todos conocemos ricos en bacterias “creadas y por supuesto patentadas” en el laboratorio), antioxidantes a los zumos (si se trata de zumos naturales, éstos ya contienen antioxidantes por sí mismos), etcétera.
Existen también cereales enriquecidos con fibra  y minerales. Es increíble. ¡Pero si los cereales integrales son ricos en fibra y minerales! Es decir, los refinamos primero, y luego añadimos lo que les falta, pero haciendo que sus caracteres organolépticos (sabor, olor, color, etcétera) resulten más apetitosos al consumidor.
Hay que tener presente que cualquier alimento debe consumirse completo. Si le privamos de alguna parte, el organismo va a utilizar nutrientes propios para metabolizarlo. Un ejemplo es el azúcar refinado. Mientras que el azúcar integral, rico en melaza, contiene calcio y otros minerales y vitaminas, el azúcar blanco es un gran secuestrador de calcio de nuestro organismo.
En el mercado español pueden encontrarse cerca de 200 productos de alimentación funcionales. Sin necesidad de adicionar ningún elemento, todo alimento contiene nutrientes, y si no fuera así, no deberíamos consumirlo.

Dónde se encuentran

Los prebióticos son oligosacáridos que se encuentran presentes en frutas y verduras; los ácidos grasos esenciales omega-6 se hallan en los aceites de semillas prensados en frío; los omega-3 en los pescados azules; las vitaminas y minerales en frutas, verduras y hortalizas; los bioflavonoides en la uva negra o las grosellas; los carotenoides en las zanahorias, la calabaza, el maíz o las espinacas; los betaglucanos en las setas y algunos cereales; los fitoestrógenos (isoflavonas) en la soja, el kuzu y legumbres en general (aunque en menor cantidad); etcétera.
Dicen que los alimentos funcionales no curan, que sólo previenen enfermedades. La prevención (incluso el tratamiento naturista) del adenoma benigno de próstata se basa en aportar zinc, vitamina B6, licopeno, fitosteroles y vitamina E, entre otras cosas).
Las semillas de calabaza contienen zinc, fitosteroles y vitamina E; mientras que el licopeno está en el tomate y los cereales integrales poseen casi todas las vitaminas del grupo B, incluyendo la B6. ¿Son o no son las semillas de calabaza alimentos funcionales, y también el tomate y los cereales integrales?
Otros ejemplos serían los isotiocianatos presentes en coliflor, brócoli, repollo, col y rábano, que pueden mejorar la desintoxicación del organismo y fortalecer las defensas antioxidantes de las células; los fenoles de manzana, pera, cítricos y algunas verduras, que son antioxidantes y pueden contribuir al mantenimiento de una visión saludable y un corazón sano; los bioflavonoides, catequinas, epicatequinas y proantocianidinas presentes en la uva negra, el té verde o el vino tinto, que son antioxidantes también y pueden contribuir al mantenimiento de la salud del tracto urinario y del sistema cardiovascular. En fin, que no terminaríamos nunca, pues en cada alimento encontraríamos algún componente beneficioso para el mantenimiento de la salud.
Todo alimento es funcional, siempre que entendamos como alimento aquello que entra en el aparato digestivo y cumple su función, indicada al principio, y no un OCNI, es decir, un “objeto comestible no identificado”, que muchas veces forma parte de la dieta habitual de muchas personas.
Una dieta saludable y equilibrada, sobre todo si los alimentos proceden de cultivo o producción ecológica, permite ingerir todos los nutrientes y compuestos que el organismo necesita para su correcto funcionamiento y el mantenimiento de la salud.