jueves, 6 de marzo de 2014

Manos que escuchan



Manos que escuchan

La terapia craneosacral biodinámica explora la profundidad de nuestra estructura física. Un especialista, Robert Harris, nos cuenta cómo y por qué


-¿Cuáles son los antecedentes de la terapia craneosacral biodinámica, Robert?
-El creador de la osteopatía, doctor Andrew Taylor Still, en el siglo XIX, tuvo un discípulo, William Sutherland,  que descubrió cosas muy interesantes ya que en su formación había aprendido que los huesos de la cabeza estaban fusionados, pero él pensó que no era exactamente así. Para probarlo, Sutherland construyó un casco especial de béisbol y fijó varias partes de su cráneo para comprobar si había algún efecto en su cuerpo. Finalmente concluyó que aquellos huesos tienen movimientos microscópicos. Tras interrumpir el experimento porque su mujer le dijo que estaba loco y debía parar, decidió investigar más, y advirtió que presentaba síntomas cuando fijaba los huesos craneales. Entonces resolvió indagar si la causa de un dolor de cabeza se debe a un golpe, por ejemplo, o a una experiencia en la vida que ha afectado el movimiento de los huesos. Y comenzó a trabajar con pacientes con migrañas.
-En la medicina alopática se afirma que los huesos del cráneo llegan a un punto en que no se mueven más.
-La medicina oriental acepta que hay movimientos mínimos. Experimentos realizados demuestran que sí existen, los necesitamos. Uno de los principios de la osteopatía dice que donde hay movimiento, hay vida; donde no, surge una patología. Si observamos las uniones de los huesos craneales advertimos sus formas dentadas y cómo están en contacto, en bisagra, dejando entrever que son como fallas en la tierra. ¿Por qué no son lineales, que sería una forma sencilla, sólida, de unión? Sutherland, además, pensó que los huesos del cráneo están diseñados como las agallas de un pez y planteó que el movimiento es una acción primaria.
-¿Todavía estamos en la historia de la osteopatía?
-Así es. Sutherland también notó que hay un ritmo muy sutil en el cuerpo que se puede palpar, centrado en el líquido cefalorraquídeo, que fluye del sacro hasta la cabeza, ida y vuelta. Cuando hay problemas de salud, se presentan alteraciones en este ritmo, llamado de respiración primaria, que es como una marea, y se denomina marea, precisamente. Cada 14 ciclos por minuto, sube y baja. Puede detectarse si existe adhesión o bloqueo, y la técnica contribuye a debilitar o ralentizar el flujo. En caso de fiebre, por ejemplo, el ritmo es más rápido. Sutherland concibió un método para trabajar con el cuerpo entero para restablecer el fluido normal del líquido cefalorraquídeo. Muchos años después, John Upledger, americano, empezó a enseñar este tipo de trabajo a osteópatas y terapeutas en general. Otro americano, mi profesor, Franklyn Sills, desarrolló esta terapia de un modo más sutil, más profundo.
-Eso me lleva a preguntarte qué valor dais a la intención en esta terapia.
-Si estudias este tipo de medicina cuántica, entiendes más el efecto de la intención en nuestra labor. He dicho que trabajamos con el líquido cefalorraquídeo, pues bien, es bien conocido el estudio del doctor Masaru Emoto, que ha hecho muchos experimentos que demuestran los efectos de la intención y las palabras. El doctor Sutherland, hombre muy espiritual, decía que lo que le sucedía al líquido cefalorraquídeo es el resultado de una captación de la fuerza vital, y esto ocurre en el líquido más protegido, más puro del organismo. La energía vital se transmuta a nivel físico en el líquido, de lo más sutil a lo más denso. Tenemos la posibilidad de intentar dirigirlo con la potencia de la fuerza vital a una zona donde el fluido está restringido. Y para ello utilizamos cada vez menos el  contacto físico, que se vuelve más profundo.
-¿Con qué resultados?
-Más beneficiosos. A veces las causas son más emocionales que físicas, un golpe en un accidente por ejemplo. Con nuestro trabajo podemos profundizar todas las capas de la experiencia hasta contactar con la procedencia original del problema.
-¿El registro, la marca emocional o física del momento del nacimiento de una persona es un dato que interesa sustancialmente o no?
-Naturalmente, es una experiencia captada en la memoria corporal. Durante una sesión muchas veces entramos en un reconocimiento de esa experiencia, pero no se trata de una meta de esta terapia, sino una consecuencia del contacto con las experiencias. Si no es causa de una enfermedad, no resulta un problema. 
-Has citado la medicina cuántica, la cual parece aportar más claridad a conceptos que antaño podían resultar un tanto increíbles.
-Con la medicina cuántica podemos entender más los conceptos de Sutherland sobre nuestra fuerza vital. Porque a nivel cuántico se puede comprender que hay una matriz del cuerpo original. En el momento de la concepción, toda la inteligencia y el potencial del cuerpo están allí, en ese punto. Después de la concepción hay experiencias, los genes. Los líquidos corporales captan la energía vital. En una bonita metáfora, podríamos afirmar que el cuerpo es algo inventado por el agua para poder moverse.
-¿Los genes son experiencias?
-Sí. Después de la fusión hay experiencias, y eso es la vida, experiencia, solamente. Sabemos que tenemos experiencias buenas y malas, las captamos en el cuerpo de una forma u otra, pero la salud, la fuerza vital está ahí siempre. El problema es que el cuerpo está manejando, centralizando la experiencia.
-Supongamos un accidente, un golpe, y se crea una zona de inercia en el cuerpo, donde no hay movimiento de la energía vital y, por lo tanto, la aparición de una patología. ¿Qué hace el terapeuta?
- Con nuestro contacto trabajamos para aumentar la posibilidad de que la fuerza vital se incremente para soltar la experiencia. Ocurre tanto a nivel físico como sutil, porque hay mejoría de la experiencia. Muchas veces, durante una sesión la persona puede recordar y dice: “¡Ah!, yo he tenido esta experiencia en mi vida”. Hay una acción de soltar la fuerza externa y la emoción.
-Me haces recordar a otros métodos, como Feldenkrais, donde a través del movimiento se liberan recuerdos.
-Sí, es una terapia holística. Cuando estoy conectado con tu cuerpo mediante mis manos, puedo tocar los pies y notar cómo está el resto del cuerpo. No es una terapia solamente para solucionar síntomas. Trata lo mecánico y lo dinámico.
Mucha gente ahora consulta no sólo por un síntoma, sino también para cambiar la visión de cosas a nivel emocional.
-El medio que utilizas son tus manos, ¿nada más?
-Sólo las manos, escuchando; no hay palabras. Un contacto que es primero de diagnóstico y luego terapéutico. También actuamos como un espejo para el cuerpo. A nivel sutil, a través del cuerpo, puedes descubrir que alguien está escuchando tu historia en el cuerpo.
-¿Puedes darte cuenta qué le pasa al cuerpo pero sólo observándolo?
-No, tengo que tocarlo. Tú me das tu historial, tomo nota, y para este momento soy totalmente neutral, para ver tu cuerpo si dice lo mismo u otras cosas, otras prioridades o problemas. Él tiene la capacidad de elegir el tema más importante para solucionar y comunicarlo. Actualmente, los neurólogos están estudiando la existencia de una memoria implícita y otra explícita. La primera aparece antes, y está en los tejidos y con nuestras manos podemos captarla.
-En una época de tanta tecnología la utilización de manos en terapia suena un poco mágico.
-La tarea más difícil es que la gente en la calle aprenda que puede autocurarse. Nosotros no curamos nada, facilitamos el proceso de autocuración. Y es el mejor tipo de terapia que ahora se demanda. Muchos preguntan qué está pasando en sus cuerpos ahora mismo, por qué tienen esa experiencia después de tantos años. Quieren cambiar el patrón de sus vidas, no sólo los síntomas.
-¿Sientes que en algún momento estás abriendo una caja de Pandora?
-Es una buena pregunta. No, porque trabajamos al ritmo del cliente, no lo invadimos ni presionamos. Trabajamos en su cuerpo, con los recursos que posee para solucionar sus problemas. Quizá requiera mucho más tiempo que tomar una pastilla, pero no actuamos con la fuerza externa, sino que a un nivel más sutil, con un estado de neutralidad, escuchando, profesionalmente, con mucho respeto. No forzamos nada para que algo se abra.
-¿Consideras que todavía hay una fase más avanzada para desarrollar en este campo?
-Absolutamente. En mi opinión, es una terapia en desarrollo. Hay niveles de sutilidad que ahora estamos tocando, aprendiendo. Este trabajo de medicina cuántica, de intención, yo creo que abre más puertas para trabajar en un nivel muy etéreo. La terapia ha cambiado mucho en los últimos 20 años, desde que estoy aquí. Mi forma de enseñanza ha cambiado. Si aprendemos más sobre el poder del pensamiento, de la intención, de la visualización, tenemos en el futuro niveles aún más profundos por conocer.


Perfil

Robert Harris estudió y trabajó con Franklyn Sills, uno de los referentes más destacados de la terapia craneosacral a nivel mundial. En 1996 abrió en Jávea la European School of Craniosacral Therapy, donde imparte cursos de formación que también se realizan en Suiza. Asisten a estos entrenamientos profesionales como médicos, osteópatas, psicoterapeutas, fisioterapeutas, acupuntores, enfermeros, masajistas profesionales y otros terapeutas.

Entrevista de Aurelio Álvarez