Siete Temperamentos, una hipótesis de trabajo
Por el sólo hecho de buscar un poco más en la riqueza de cualidades y matices de la psique humana, desde una perspectiva científica, la psicóloga Patricia Fernández de Ordóñez presenta lo que denomina una hipótesis de trabajo, tan antigua como la historia misma del hombre. Los Siete Temperamentos (o Rayos, cuestión de palabras y de gustos, si se quiere) se esbozan como complemento del conocimiento.
-¿Cuáles son los antecedentes de este enfoque, Patricia?
-Por
interés científico y filosófico, así como por inquietudes humanísticas,
veo cómo se va dando una convergencia, casi sin ser
querida, de la ciencia, lo filosófico y lo espiritual. Así es que la
psicología, que surge a principios del siglo pasado, muy influida por una ciencia
materialista, llega por una necesidad de bucear en las profundidades
humanas y balancear esa observación tan extrema de lo externo, de medir y
experimentar todo, pero olvidando qué pasaba en el mundo interior del
hombre. Ante una sensación de vacío en los seres, porque lo subjetivo es
tan real como lo objetivo, comienza la psicología con el descubrimiento
de un nivel inconsciente.
-¿Qué factores se consideraban anteriormente en el hombre?
-Fundamentalmente
dos: el hereditario, es decir, la influencia genética, y el
condicionamiento medioambiental. Ya en pleno siglo XX, los autores
empezaron a darse cuenta de que la conducta del hombre no es explicable
sólo a partir de esos dos factores. Por ejemplo, ¿por qué personas en
circunstancias parecidas reaccionan de modo tan distinto? Tenemos el caso de Víctor Frankl, con sus vivencias y observaciones en los campos de
concentración nazis. Algunos se desmoronaron y otros se fortalecieron,
pudiendo alcanzar incluso expansiones de conciencia. Y los factores
antes mencionados no alcanzan a explicar la diferencia.
-Estos hechos le dan un giro al campo del estudio de la psique, lógicamente.
-Nuevas
corrientes empiezan a considerar un tercer factor. Los junguianos
hablan del sí mismo, los transpersonales lo hacen del self transpersonal
y también nace la corriente de la psicosíntesis de Roberto Assagioli.
Ese factor es el organizador y director de los procesos
psicoespirituales, que podría llamarse el ser profundo, el hombre
interno. Y de aquellas líneas de estudio parten abordajes
complementarios.
-¿Cómo se inserta en ese avance la hipótesis de trabajo de los siete temperamentos básicos?
-El
hombre tiene una naturaleza compleja y es un desaño poder comprenderla.
Hay varios caminos posibles. Uno es el que acaba de mencionar, cuyo
tronco central se encuentra en la descripción que hace Alice A. Bailey.
Los antecedentes se ubican en las mitologías y tradiciones grecolatina,
egipcia, hindú y, por supuesto, judeocristiana. En el siglo XX se
retoma, tratando de aplicarlo en un nivel estrictamente psicológico.
Luego de Bailey, una serie de profesionales se enfocan en el desarrollo de
su descripción.
-¿Podría mencionar algunos?
-Assagioli, psiquiatra italiano
fallecido a mediados de los '80, creador de la psicosíntesis, decía que
el hombre es más que este cuerpo visible, con una parte más profunda,
con lo cual uno debe tratar de contactar para, de este modo, posibilitar
la expresión de sus potencialidades y poseer un sentido de plenitud. En
uno de sus libros mas conocidos, “Topología de la psicosíntesis”, se
refiere a estos siete temperamentos, y en una monografía posterior,
publicada en 1983 en Londres, describe a cada uno.
El doctor Robert Gerard, cocreador de la Fundación Internacional de Psicología Integral, en Los Ángeles, California, tomó esa hipótesis y desarrolló el “Manual para el autoanálisis individual de rayo”. Rayo,
entendiéndolo como temperamento, cabe aclararlo. También incorporó un
sistema de meditaciones integradas y visualizaciones simbólicas. Otro
centro, en New Jersey, Estados Unidos, es la Universidad de los Siete Rayos, que dirige Michael Robbins, PhD en psicología, que editó un material muy interesante en dos tomos. Junto
a sus colaboradores recopiló durante tres años mas de 1.500 casos con la
intención de llegar a estandarizar un test, que figura en su segundo
libro. Lo denominó “Perfil de Identidad Personal”.
Después elaboró un segundo test, con enunciados mas sintéticos, y se
creó el “Perfil de Identidad Estudiantil”, para aplicarlo
específicamente a los estudiantes secundarios y universitarios, de ayuda
para maestros y profesores.
-¿Qué caracterología posee cada uno de los siete temperamentos?
-El primero se llama de voluntad o poder.
Corresponde a las personas que se expresan tratando de imponer su
propia voluntad; los que lideran y dirigen, políticos y empresarios. El segundo tipo es el de amor-sabiduría;
en este se hallan quienes se dedican a profesiones protectoras,
que nutren y forman; docentes, profesionales terapéuticos. El tercero es el de la inteligencia activa y adaptabilidad. Gente con gran capacidad de pensamiento abstracto, interés filosófico y que piensan en función de principios. El cuarto tipo es el que determina la armonía a través del conflicto,
de la belleza y el arte. A partir de una crisis se tiene la oportunidad
de realizar algún aprendizaje, insight, como el concepto de aprendizaje
de Piaget, de reacomodación de las estructuras y la
totalidad. Estas personas observan los matices: los estetas, Chopin en
la música, los mismos psicólogos...
-Usted está aportando datos relativamente positivos.
-Los hay también negativos, pero lo dejamos para otra ocasión. Sigamos con el quinto tipo, el del conocimiento concreto y ciencia. El método positivista se erige como el ejemplo más claro. Se asocia a la capacidad tecnológica. El sexto se refiere a la devoción e idealismo. Son quienes se entregan por un ideal, con sensibilidad de carácter místico. Y el séptimo es de orden y ceremonial. Son ritualistas, con hábitos de
los cuales dependen bastante, así como de una gran capacidad
organizativa. Como buenos directores de orquesta, introyectan a la
totalidad del conjunto a su cargo.
La
psicología en general se desarrolló fabulosamente y esta
hipótesis de trabajo de los siete temperamentos es nada más que un
estudio que complementa ese desarrollo, que ha ido en muchas
direcciones, como he dicho antes. En este momento, único, en que el
hombre se encuentra en una crisis tan profunda y generalizada, se abre
una posibilidad de demostrar nuestras capacidades creativas, y contamos
con un cúmulo importante de caminos terapéuticos al alcance de la mano,
de armonización psicocorporal, meditación y otros medios.
-Algunos estudiosos se atreven a hablar de actualización de viejas tendencias.
-En
esa expresión de toda una nueva tendencia que está apareciendo, con la
consideración del tercer factor que indiqué anteriormente, se da una
actualización con los aportes mismos de la ciencia, cuyos logros son
indudables. Cabe evaluar todo un saber subjetivo que también es evidente . De su combinación puede salir una síntesis muy rica, y de
hecho está ocurriendo. Tal el caso de los siente temperamentos, que son
retomados en su valor en estos días en Occidente, luego de que se los
enunciara de un modo alegórico, oscuro. También los aportes de los
distintos tipos de meditación. La ciencia los toma, los desarrolla y les
aplica el rigor científico.
-Es llamativa la circunstancia en que se produce esta síntesis.
-Esta es una experiencia tremendamente útil. La crisis ecológica (y otras) no hace
más que evidenciar un grave problema moral en el mundo, una crisis
ecológica interna de la humanidad, que puede ser aprovechada. De una
crisis el hombre puede salir más fortalecido mental y emocionalmente
más libre. Todo depende de cómo aprovechamos los tres factores de los
que hemos hablado. Erich Fromm, en “El miedo a la libertad”,
dice que para ser verdaderamente libres necesitamos ser maduros
emocional y mentalmente. Esta es la posibilidad del momento. Hacernos
cargo de que podemos ser libres espiritualmente. Cuantas veces queremos
tener una respuesta más constructiva frente a las circunstancias y
no podemos, hacemos lo que podemos. Así podremos liberarnos de la
esclavitud que nosotros mismos nos imponemos, profundizando en nuestra propia naturaleza.