martes, 4 de febrero de 2014

Siete temperamentos, una hipótesis de trabajo

Siete Temperamentos, una hipótesis de trabajo

Por el sólo hecho de buscar un poco más en  la riqueza de cualidades y matices de la psique humana, desde una perspectiva científica, la psicóloga Patricia Fernández de Ordóñez presenta lo que denomina una hipótesis de trabajo, tan antigua como la historia misma del hombre. Los Siete Temperamentos (o Rayos, cuestión de palabras y de gustos, si se quiere) se esbozan como complemento del conocimiento.

 

-¿Cuáles son los antecedentes de este enfoque, Patricia?

-Por interés científico y filosófico, así como por inquietudes humanísticas, veo cómo se va dando una convergencia, casi sin ser querida, de la ciencia, lo filosófico y lo espiritual. Así es que la psicología, que surge a principios del siglo pasado, muy influida por una ciencia materialista, llega por una necesidad de bucear en las profundidades humanas y balancear esa observación tan extrema de lo externo, de medir y experimentar todo, pero olvidando qué pasaba en el mundo interior del hombre. Ante una sensación de vacío en los seres, porque lo subjetivo es tan real como lo objetivo, comienza la psicología con el descubrimiento de un nivel inconsciente.

-¿Qué factores se consideraban anteriormente en el hombre?

-Fundamentalmente dos: el hereditario, es decir, la influencia genética, y el condicionamiento medioambiental. Ya en pleno siglo XX, los autores empezaron a darse cuenta de que la conducta del hombre no es explicable sólo a partir de esos dos factores. Por ejemplo, ¿por qué personas en circunstancias parecidas reaccionan de modo tan distinto? Tenemos el caso de Víctor Frankl, con sus vivencias y observaciones en los campos de concentración nazis. Algunos se desmoronaron y otros se fortalecieron, pudiendo alcanzar incluso expansiones de conciencia. Y los factores antes mencionados no alcanzan a explicar la diferencia. 

-Estos hechos le dan un giro al campo del estudio de la psique, lógicamente.

-Nuevas corrientes empiezan a considerar un tercer factor. Los junguianos hablan del sí mismo, los transpersonales lo hacen del self transpersonal y también nace la corriente de la psicosíntesis de Roberto Assagioli. Ese factor es el organizador y director de los procesos psicoespirituales, que podría llamarse el ser profundo, el hombre interno. Y de aquellas líneas de estudio parten abordajes complementarios.

-¿Cómo se inserta en ese avance la hipótesis de trabajo de los siete temperamentos básicos?

-El hombre tiene una naturaleza compleja y es un desaño poder comprenderla. Hay varios caminos posibles. Uno es el que acaba de mencionar, cuyo tronco central se encuentra en la descripción que hace Alice A. Bailey. Los antecedentes se ubican en las mitologías y tradiciones grecolatina, egipcia, hindú y, por supuesto, judeocristiana. En el siglo XX se retoma, tratando de aplicarlo en un nivel estrictamente psicológico. Luego de Bailey, una serie de profesionales se enfocan en el desarrollo de su descripción.

-¿Podría mencionar algunos?

-Assagioli, psiquiatra italiano fallecido a mediados de los '80, creador de la psicosíntesis, decía que el hombre es más que este cuerpo visible, con una parte más profunda, con lo cual uno debe tratar de contactar para, de este modo, posibilitar la expresión de sus potencialidades y poseer un sentido de plenitud. En uno de sus libros mas conocidos, “Topología de la psicosíntesis”, se refiere a estos siete temperamentos, y en una monografía posterior, publicada en 1983 en Londres, describe a cada uno.
El doctor Robert Gerard, cocreador de la Fundación Internacional de Psicología Integral, en Los Ángeles, California, tomó esa hipótesis y desarrolló el “Manual para el autoanálisis individual de rayo”. Rayo, entendiéndolo como temperamento, cabe aclararlo. También incorporó un sistema de meditaciones integradas y visualizaciones simbólicas. Otro centro, en New Jersey, Estados Unidos, es la Universidad de los Siete Rayos, que dirige Michael Robbins, PhD en psicología, que editó un material muy interesante en dos tomos. Junto a sus colaboradores recopiló durante tres años mas de 1.500 casos con la intención de llegar a estandarizar un test, que figura en su segundo libro. Lo denominó “Perfil de Identidad Personal”. Después elaboró un segundo test, con enunciados mas sintéticos, y se creó el “Perfil de Identidad Estudiantil”, para aplicarlo específicamente a los estudiantes secundarios y universitarios, de ayuda para maestros y profesores.

-¿Qué caracterología posee cada uno de los siete temperamentos?

-El primero se llama de voluntad o poder. Corresponde a las personas que se expresan tratando de imponer su propia voluntad; los que lideran y dirigen, políticos y empresarios. El segundo tipo es el de amor-sabiduría; en este se hallan quienes se dedican a profesiones protectoras, que nutren y forman; docentes, profesionales terapéuticos. El tercero es el de la inteligencia activa y adaptabilidad. Gente con gran capacidad de pensamiento abstracto, interés filosófico y que piensan en función de principios. El cuarto tipo es el que determina la armonía a través del conflicto, de la belleza y el arte. A partir de una crisis se tiene la oportunidad de realizar algún aprendizaje, insight, como el concepto de aprendizaje de Piaget, de reacomodación de las estructuras y la totalidad. Estas personas observan los matices: los estetas, Chopin en la música, los mismos psicólogos...

-Usted está aportando datos relativamente positivos.

-Los hay también negativos, pero lo dejamos para otra ocasión. Sigamos con el quinto tipo, el del conocimiento concreto y ciencia. El método positivista se erige como el ejemplo más claro. Se asocia a la capacidad tecnológica. El sexto se refiere a la devoción e idealismo. Son quienes se entregan por un ideal, con sensibilidad de carácter místico. Y el séptimo es de orden y ceremonial. Son ritualistas, con hábitos de los cuales dependen bastante, así como de una gran capacidad organizativa. Como buenos directores de orquesta, introyectan a la totalidad del conjunto a su cargo. 
La psicología en general se desarrolló fabulosamente y esta hipótesis de trabajo de los siete temperamentos es nada más que un estudio que complementa ese desarrollo, que ha ido en muchas direcciones, como he dicho antes. En este momento, único, en que el hombre se encuentra en una crisis tan profunda y generalizada, se abre una posibilidad de demostrar nuestras capacidades creativas, y contamos con un cúmulo importante de caminos terapéuticos al alcance de la mano, de armonización psicocorporal, meditación y otros medios.

-Algunos estudiosos se atreven a hablar de actualización de viejas tendencias.

-En esa expresión de toda una nueva tendencia que está apareciendo, con la consideración del tercer factor que indiqué anteriormente, se da una actualización con los aportes mismos de la ciencia, cuyos logros son indudables. Cabe evaluar todo un saber subjetivo que también es evidente . De su combinación puede salir una síntesis muy rica, y de hecho está ocurriendo. Tal el caso de los siente temperamentos, que son retomados en su valor en estos días en Occidente, luego de que se los enunciara de un modo alegórico, oscuro. También los aportes de los distintos tipos de meditación. La ciencia los toma, los desarrolla y les aplica el rigor científico. 

-Es llamativa la circunstancia en que se produce esta síntesis.

-Esta es una experiencia tremendamente útil. La crisis ecológica (y otras) no hace más que evidenciar un grave problema moral en el mundo, una crisis ecológica interna de la humanidad, que puede ser aprovechada. De una crisis el hombre puede salir más fortalecido mental y emocionalmente más libre. Todo depende de cómo aprovechamos los tres factores de los que hemos hablado. Erich Fromm, en “El miedo a la libertad”, dice que para ser verdaderamente libres necesitamos ser maduros emocional y mentalmente. Esta es la posibilidad del momento. Hacernos cargo de que podemos ser libres espiritualmente. Cuantas veces queremos tener una respuesta más constructiva frente a las circunstancias  y no podemos, hacemos lo que podemos. Así podremos liberarnos de la esclavitud que nosotros mismos nos imponemos, profundizando en nuestra propia naturaleza.

 

Entrevista de Aurelio Álvarez